Tuesday, October 12, 2010

HIV+ Inspiring Stories



Antonio Hernández: El Perfil Humano de un Activista

El origen, la dedicación y la motivación de los activistas es un enigma para muchos. Su vida diaria está plagada de una incomprensible -- aparentemente irracional y masoquista -- lucha. Antonio Hernández jamás imaginó la dirección de su destino cuando perdió empleo, casa y fortuna debido a la drogadicción. Hoy, a meses de celebrar su quincuagésimo aniversario de vida, es mejor conocido como activista incansable a favor de los derechos de latinos viviendo con VIH/SIDA en Nueva York.

Origen de un Activista

De padres puertorriqueños, Antonio nace un 14 de agosto en el Bronx, N.Y. El segundo de siete hijos, dos hembras y cinco varones, vive en Puerto Rico por diez años. A los diecinueve años, se matricula en Rhode Island Union College. Toma cursos de contabilidad y lenguas por varios semestres, pero no se gradúa. El joven "calmado, nada revolucionario," según sus palabras, abandona la universidad y trabaja en una fábrica de cinturones. Su tarea es platear o dorar las hebillas.
Antonio es física y verbalmente abusado, principalmente por sus padres, a causa de su orientación sexual. Ante el estigma de la homosexualidad -- década de los setenta -- y buscando la aceptación de su familia y la sociedad, vive con una mujer por tres años.
Para bien o para mal, su destino ha sido alterado repetidamente por la influencia de amigos o parientes. El apoyo y la generosidad de sus amigos forman su espíritu activista. Sus vivencias le enseñan, consciente o inconscientemente, dos lecciones que constituyen su meta profesional. La primera, ayudar, educar, motivar y guiar a los discriminados, aquéllos menos empoderados. La segunda, la importancia de ser un modelo para que otros en situación similar luchen por sus derechos.

El Fondo del Abismo

Siendo estudiante en la universidad de R.I., su primo lo introduce a las drogas. El uso inicial de substancias es recreativo, pero se convierte en escape y abuso en momentos difíciles.
Para dejar una vida regida por las drogas, a finales de los años setenta se muda a la Ciudad de Nueva York. Conoce a su amiga Gail, mientras trabaja en un servicio de mensajería, quien más tarde "le salvaría la vida." Es empleado en los hoteles Hilton por su experiencia en preparación de pasta y carne, herencia de su "mami," quien lo introduce al arte culinario. Irónicamente, vive en "Hell's Kitchen," en esa época un barrio infestado de drogas, por lo que recae en el uso de heroína y cocaína. Económicamente vive bien y tiene una de sus relaciones personales más importantes. Sin embargo, la drogadicción controla su vida. El fin de su relación en 1985 le hunde completamente en las drogas. Pierde su empleo, su hogar y todo su dinero. Gail y su marido, quienes ya viven en Pensilvana, le piden que se mude con ellos. Por tres meses lo atienden pacientemente, dándole abrigo, alimento y el apoyo moral necesario para "limpiarse" de las drogas. A siete meses de arribar a Pensilvania, está listo para trabajar.
En 1986, es agobiado inesperadamente por debilidad acompañada de náusea, diarrea, pérdida de apetito y peso. Cuando Gail lo interna en un hospital, es sometido a múltiples pruebas sanguíneas sin resultado específico. El cuadro clínico que en un hospital de Nueva York -- a mediados de los años ochenta -- sugeriría infección de VIH, no es evidente en PA. Finalmente le hacen la prueba del SIDA sin su conocimiento -- el resultado es positivo. A tres días de ser diagnosticado con PCP e iniciar el tratamiento, su mejoría es obvia. Aunque considera que fue sometido a una prueba sanguínea ilegal, sin su conocimiento ni consentimiento, agradece que los médicos hayan encontrado el mal que lo afectaba. En ese momento sintió gran rabia con Dios, el gobierno y "el mundo entero," pues enfermaba a pesar de intentar superar su drogadicción. Como muchas personas con reciente seroconversión, niega inconscientemente la existencia del virus en su cuerpo. Cuando sale del hospital, se embriaga con amigos en un bar. Su vida sigue su curso y continúa supervisando banquetes por los próximos cinco años.

Una Nueva Vida

Mientras vive en PA, un amigo cercano muy alegre muere de SIDA por descuidar su salud. Su muerte lo "despierta," salvándole la vida, y finalmente acepta que morirá si se desatiende. Decide educarse sobre el SIDA, aunque no toma ningún medicamento. Solicita información básica sobre SIDA a una agencia, la cual es proporcionada en casa a petición suya.
Regresa a Nueva York a principios de los años noventa. Aunque su conteo de CD4 es 800, su salud es frágil. Le duelen los pies al caminar y teme hasta salir a la calle. Su amigo Ray lo recibe en su casa y lo motiva a caminar para mejorar la neuropatía. Cuando "Tony," como lo llaman sus amigos, rechaza salir solo, Ray lo acompaña. Para empujarlo a salir adelante, le da tres meses para conseguir su propio espacio.
En busca de una identidad como hombre "gay," acude al Centro LGBT en Greenwich Village. Casualmente, entra a una junta pro derechos al matrimonio de parejas homosexuales. La discusión le intriga y conoce a Liz entre los participantes. Comparten ideas y se identifican. Liz, quien trabaja para el Fiscal de Distrito de Brooklyn en asuntos de "gays" y lesbianas, se convertiría en su amiga y ejemplo como activista. Antonio se interesa por el activismo al observar el trabajo de Liz. Escucha y observa cómo Liz grita, se "enfogona," y exige cambios. Las juntas bimensuales en el Centro LGBT de Nueva York son su salón de clase y Liz su maestra.
Antonio nota las distintas coaliciones de personas unidas por una característica común: origen étnico, religión, enfermedad, sexo u orientación sexual. Encuentra fácilmente un nicho en el área del activismo. Pertenece a varias minorías en continuo combate: latinos, personas viviendo con VIH/SIDA y hombres "gays." Se afilia a organizaciones de las que se considera solidario. Es miembro fundador de la conferencia nacional LGBT "Pa' fuera Pa'lante," el boletín electrónico LGBT "Mano a Mano," siendo también parte de su junta de directores. Además es parte de la junta de la Comisión Latina del SIDA. Publica el boletín "Orgullo Latino," que perfila vidas de latinos viviendo con VIH/SIDA. Este panfleto se deja de publicar el año pasado por falta de fondos. Actualmente, es miembro del Grupo de Planeación de Prevención (PPG, siglas en inglés) del Instituto del SIDA del estado de Nueva York.

Poder Latino

Poder Latino es una coalición de latinos viviendo con VIH/SIDA en Nueva York que aboga por los derechos de su comunidad. Nace en 1999 cuando Antonio presenta la idea a Dennis de León, director de la Comisión Latina del SIDA. Este proyecto cuenta con más de 360 personas, especialmente en la ciudad de Nueva York. Antonio mantiene comunicación constante con el grupo por correo regular y vía telefónica para informar de talleres, visitas a legisladores o la necesidad de mostrar solidaridad detrás de alguna cuestión. De manera concurrente, en octubre del 2002 inició un boletín electrónico en grupo en Yahoo! del mismo nombre, Poder Latino. La finalidad es informar regularmente sobre oportunidades de empleo, noticias sobre SIDA, cambios en beneficios médicos o cualquier cuestión de interés para personas viviendo con VIH/SIDA. La lista inicial, que crece diariamente, es de más de 130 personas. Los interesados en participar en Poder Latino pueden contactar a Antonio por teléfono al (212) 584.9308 o por correo electrónico a la dirección ahernandez@latinoaids.org.